Mejor que una sopa de letras

Sabores que matan, segunda edición del libro de Raquel Rosenberg, se interna en un género divertido, la literatura negra policial. Escrita con soltura y humor reafirma una vez mas que comer es un acto cultural.

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En la obra editada por Catapulta y presentada en la última feria del libro conviven géneros, lugares y personajes: desde las reflexiones de Barthes o el relato de Juan Jose Saer, en El Entenado, sobre el primer asado argentino, un conquistador español a las brasas; los tragos de Philip Marlowe, el detective existencial de Raymond Chandler; la cocina tradicional de Poirot, y Sherlock Holmes; historias sobre las mafias ( italiana rusa, china y japonesa), hasta los platos preferidos de ese entrañable personaje que es Salvo Montalbano,a quien conocimos y seguimos por el canal Europa, Europa, el comisario siciliano, apasionado por la cocina de la isla. Salvo muere por los Arancini, cuya receta figura en esta obra de Rosemberg. Hay mucho más en este sabroso festín de palabras, que produce hambre y sed.

En esta obra Raquel reúne artículos que fue escribiendo a lo largo de su carrera, a los que amplíó con nuevas recetas, todas probadas, y un capítulo dedicado a Asia, inspirado en sus recientes viajes. En todos los relatos los buenos y los malos comen y beben como cualquier mortal y dejan sus huellas como migas que remiten a una visión que abarca mucho mas que lo gastronómico, Se acerca a lo social.

Raquel Rosenberg es porteña, periodista viajada , escribe en la sección Ollas y Satenes de Clarín, creadora y editora de la página saboresquematan.com. También es Chair de la región sud Latinoamericana para los premios The world´s Best Restaurantes (selección de los mejores restaurantes de Latinoamérica y del mundo), y colabora en varios medios internacionales.
Esta edición tiene una estremecedora tapa de Eduardo Torres, ilustraciones de Sebastián Ramseg, un prólogo de Gastón Acurio y del catalán Jordi Canal, director de la biblioteca La Bóbila de L’Hospitalet, experto en novela negra.

Imperdible a la hora de cocinar con suspenso y algo de miedo, imaginando países, ciudades y mercados.